miércoles, 15 de septiembre de 2010

Docentes del Bicentenario

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Hace pocos días celebramos el “día del maestro” y ahora lo hacemos con el “día del profesor”. Estas dos fechas nos hacen detenernos de manera especial la vocación docente.

Desde una mirada de fe toda vocación tiene una doble perspectiva. Es llamado de Dios y es respuesta del corazón humano que acoge y responde. De parte de Dios el motivo del llamado es el amor, y espera lo mismo como motivación de la respuesta.

Siempre miré tu vocación —y también la mía— como un regalo de Dios. Él nos confía “vidas en desarrollo”, en apertura y crecimiento. (Me acuerdo de una canción que dice “con las alas del alma, desplegadas al viento…”)
Cotidianamente tratamos con vidas —cortas o no tanto en edad— que tienen historias de alegrías, logros, fracasos, miedos. Somos cobijo y amparo. Lugar de encuentro con uno mismo.

Hay en los alumnos mucho deseo de vitalidad. Sabemos que en Escuelas Rurales ellos hacen muchos kilómetros y esfuerzos para poder educarse. Cotidianamente, en las rutas, también he visto docentes haciendo dedo y viajando como sea para poder llegar al lugar indicado. ¡Cuántos viajan en lancha o hacen largos caminos a pie o en bicicleta! Esfuerzos de muchos.

Sé cómo te preocupa la repitencia reiterada de algunos; el flagelo de la droga y otras adicciones que amenazan la dignidad e integridad de niños y jóvenes. Buscás comunicar saberes y sabiduría de vida.
Por eso se insiste en hablar de vocación. La vida tiene sentido en la medida de la respuesta. La docencia es un servicio a veces no reconocido por las familias, la sociedad, la propia comunidad educativa. Pero sabemos lo valioso que es en nuestra vida y en aquellos que el Señor nos confía.

Y podemos agregarnos una pregunta: ¿tendrá algún significado particular ser docentes en tiempos del Bicentenario 2010-2016? Estoy convencido de que sí. Es un tiempo muy bueno para mirar la vida de la Patria y renovar el compromiso por la fraternidad y la amistad social. De renovar el deseo de educación integral para todos y de construir una Patria en justicia y solidaridad.

Podemos pensarlo así: en nuestras aulas están hoy algunos que serán mañana Legisladores, Directores de alguno de los hospitales, Docentes, Párrocos, Gobernantes, Dirigentes Sindicales o Empresarios, Comunicadores, mamás, papás… en unos años. Ayudamos a que cada uno y cada una encuentren su lugar en el mundo concreto. ¿Qué país soñamos? ¿Qué patria estamos construyendo hoy?
Somos educadores de esperanza.

¡Feliz día del maestro y del profesor!
Dios te bendiga.

Mons. Jorge Lozano

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