jueves, 18 de septiembre de 2014

¡Feliz día del estudiante!

Carta por el día del estudiante 2014

Queridos jóvenes
¡Feliz día del estudiante!

Con ocasión de esta celebración deseo llegar a ustedes con estas palabras de saludo y cariño.
            En esta etapa de la juventud ustedes están llamados a gozar de la belleza de la vida, hoy y mañana. Es tiempo de sueños, anhelos, que logran plasmarse en proyecto de vida. Es la experiencia propia de quien se reconoce  y se siente en camino.
            En el Evangelio Jesús recoge el lamento de los jóvenes que están tristes y sentados en la plaza, quejosos de todo porque nadie los tiene en cuenta (Lc 7, 32). Los NINI de antes. Hoy también corremos el riesgo de una sociedad indiferente al clamor de los jóvenes.
            Les pido por favor que aprovechen este tiempo en las aulas. Valoren la posibilidad de estudiar, que es más que ir al colegio. Dedíquense a investigar, buscar la verdad, leer, compartir tareas grupalmente. Alienten a sus compañeros más desmotivados a no abandonar los estudios.
            Les cuento que veo dos riesgos que ensombrecen el horizonte juvenil, y que se me representa con dos imágenes: la “anestesia” y la “amnesia”.
            A veces ante situaciones de angustia o dolor que a todos nos tocan enfrentar en la vida, se puede caer en la tentación de aceptar cosas que “anestesian” sin curar. Te quitan momentáneamente la sensación de dolor, pero no solucionan nada. Pienso en las diversas evasiones y adicciones que llevan a falsas ilusiones. Una canción de rock lo grafica de este modo: “La noche que rompe la capa vendiendo ilusiones, /dejándote retazos de suelos por los rincones/ (...) Curaste todas tus heridas con agua podrida” (“Ángel de los perdedores”, Los Redondos).
            Y la “amnesia” es el olvido del pasado, de nuestro origen. La vida es un regalo de Dios. La vida mía y la vida de los demás. No se olviden que son hermanos. No se dejen vencer por el individualismo y egoísmo. Acordate que Jesús nunca nos abandona.
            El Papa Francisco los quiere mucho y siempre ha tenido gestos de cercanía con los jóvenes. Él los alienta a vivir la alegría de la amistad con Jesús.
            Les mando un abrazo grande, Dios los bendiga y la Virgen María los cubra de ternura.

+ Jorge Lozano

Obispo de Gualeguaychú

martes, 9 de septiembre de 2014

Educar es abrir horizontes y tender puentes

Septiembre 2014
Querido docente:

En estos días celebramos el día del maestro (11 de septiembre) y del profesor (17 de septiembre). Con ese motivo te hago llegar estas reflexiones. Quiero empezar agradeciendo tu esfuerzo y participación cotidiana. Miles y miles de docentes cada día recorren capilarmente el país sirviendo a la Patria, especialmente a niños y jóvenes, y también a adultos.
Educar es abrir horizontes,  y esto lo digo a nivel personal y social. Gracias al proceso educativo se incentivan los ideales de justicia y de paz, de libertad y de amor, de equidad y verdad.
Anhelos sembrados por Dios en el corazón humano. El tiempo del aula ayuda a hacer palpable el acceso a un desarrollo integral. Somos conscientes de que quienes abandonan el sistema educativo o son expulsados de él, suelen caer en situaciones de exclusión y están expuestos a diversos males sociales. La comunidad educativa genera un clima interior para desplegar “las alas del alma”.
Estos horizontes se abren no sólo para las personas individuales, sino también para la sociedad. Una sociedad que no cuida la educación compromete seriamente su futuro. Una sociedad que excluye y margina a los pequeños, abona un futuro de violencia. Nos advierte la Biblia por medio del profeta Oseas que “quien siembra vientos, cosecha tempestades” (Oseas 8,7).
Educar también es tender puentes, es fortalecer los vínculos interpersonales y sociales. En la escuela no sólo aprendemos a dialogar, intercambiar. También encontramos ayuda para compartir la vida y los sueños con otros. No somos islas. No somos enemigos. No somos rivales. Estamos llamados a formar una misma familia humana. La realización plena de cada uno también incluye la dimensión comunitaria y social.
La Comunidad educativa nos enseña a estar cerca de los más débiles, a cuidar a los más vulnerables. Nos alienta en la dimensión solidaria de la vida.
Ambas dimensiones (horizontes y puentes) son necesarias para un proyecto de vida abierto a la trascendencia y con los pies en la tierra. Podemos decir que en comunión con Dios y con los hermanos.
Quiero agradecer tus esfuerzos y generosidad. Y agradezco especialmente tu confianza plena en la siembra cotidiana, chiquita, renovada. En escuelas de gestión estatal o privada, en el campo o la ciudad, con niños o adolescentes, con jóvenes o con adultos…
Por vos, por tu familia, tus compañeros, tus alumnos y sus familias, por todas las comunidades educativas redoblo mis oraciones en estos días.
Con mi cariño y bendición.
                                                                                               
 

                                                              + Jorge Eduardo Lozano

                                                              Obispo de Gualeguaychú